Hemos dudado en publicar esta imagen. A pesar de tener el consentimiento, nos alertaba la idea de exponer a las mujeres que aparecen y dar espacio al morbo. Pero entendimos que la dignidad es también respetar el deseo de normalizar una situación marcada por el estigma. Visibilizar la vida en los centros penitenciarios, humanizándola, es uno de los aprendizajes que nos llevamos.
Con esta publicación, queremos compartir algunas reflexiones que hemos ido madurando tras los más de cuarenta encuentros por los distintos centros:
· La mayoría de las mujeres que hemos conocido partían de un conocimiento muy básico sobre salud menstrual, sexual y reproductiva.
· Los métodos anticonceptivos, las ETS, la fertilidad, el placer y la sexualidad y la menopausia son algunos de los temas que más han demandado.
· Como siempre, la diversidad es riqueza. Contar con diferentes perfiles de mujeres permite ver cómo la salud menstrual, sexual y reproductiva se vive diferente dependiendo de la edad, la cultura o el país de origen, entre otros.
· Siempre, siempre son las propias mujeres, con sus historias de vida, las que ayudan a transmitir el conocimiento al grupo.
· Gran parte de las mujeres han experimentado a lo largo de su vida episodios de violencia machista. Y muchas de ellas han abortado en una o más ocasiones. Muy a menudo, tras padecer abusos sexuales o violaciones.
· En todos los centros las mujeres manifestaban quejas sobre la alimentación y el exceso de medicalización. Dos aspectos que tienen relación directa con nuestra salud menstrual.
· Las batas blancas asustan mucho. Al acabar las sesiones, muchas mujeres han agradecido contar con un espacio de confianza que les permitiera resolver las dudas que les preocupaban y han manifestado extrañar esta proximidad con algunos profesionales de la salud del propio centro.
Cerramos esta etapa habiéndonos dejado atravesar por todas ellas. Nos hemos zambullido en cada encuentro. Y vamos a echarlo mucho de menos. Profunda gratitud.